Sergi y yo estábamos un domingo comiendo juntos con nuestros familiares por tierras valencianas… Como siempre, en nuestras conversaciones es inevitable que salga el tema de la educación… Ese día, estábamos especialmente negativos, quejándonos de los obstáculos que nos encontramos para poder aplicar otras metodologías más innovadoras en las que creemos. Durante más de una hora nos dedicamos a quejarnos de todo lo que no nos gustaba del sistema educativo… ¿Pero qué podemos hacer? Nos lamentábamos… Imagino que muchos de vosotr@s os sentiréis reflejados en este tipo de conversaciones…

Así pues, empezamos a intentar responder a la pregunta qué podemos hacer. Y con una onda de positividad y muchas reflexiones llegamos a una conclusión: Tenemos que seguir intentando hacer aquello en lo que creemos, y la mejor forma de hacerlo es FORMÁNDONOS. Ya llegaría el momento de poner en práctica esas metodologías, y llegado ese momento estaríamos preparados. Nosotros, los maestros, somos los que tenemos que hacer el primer cambio, por ello, decidimos no dejarnos influenciar por las estructuras y las personas contrarias al cambio en educación.

Ese mismo día, le comenté a Sergi que había leído un artículo que hablaba sobre un viaje a las escuelas de Reggio Emilia  (Italia). Esa noche, cada uno en su casa, ordenador y móvil en mano, decidimos que haríamos ese viaje. Y esa misma semana nos habíamos inscrito en un curso de formación en el Centro Internacional de Formación Loris Malaguzzi

http://www.reggiochildren.it/

Algo cambió en nosotros, aún faltaban meses para el viaje y sólo pensábamos en que llegara la fecha, estábamos muy impacientes, sabíamos que lo que íbamos a vivir sería ÚNICO y muy enriquecedor. Y además, compartir juntos esa experiencia sería algo que nunca olvidaríamos.